domingo, 20 de octubre de 2019

RESTAURACIÓN



Recupero el mes de agosto con este relato que espero os guste. Posiblemente algo caótico, pero que a la vez es una realidad.

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Llevo varios años escuchando la llamada de auxilio, todas esas voces me atormentan cada día. Empezaron leves, lejos, se callaban y volvía a escucharlas; voces agonizantes, temblorosas, patéticas en cierta forma, pero se confundían con voces felices, llenas de entusiasmo, risas y una felicidad desbordante.
  Muchos días tengo una confusión increíble, pero suelo estar en un estado de letargo, muchas veces despierto a alguno de mis hermanos pequeños para que eche un vistazo a lo que ocurre. Después de unos días de vigilia, donde poco a poco se llega al control de la situación los mando a descansar nuevamente.
  Pero ya llevo días que mi cuerpo se altera, mis tendones se tensan demasiado, así que me provoco una pequeña sacudida, intentando soltar esa angustia que me enfurece como un aviso de que no tengo ganas de levantarme, que quiero seguir descansando, porque la hora aún no ha llegado.
  Por momentos las voces se van, intento volver a dormir y de repente vuelven, cada vez son más intensas, están más agónicas, lloran, gritan, me piden ayuda. Siento que voy a explotar en cualquier momento, así que me sacudo más fuerte. Esta vez les hago sentir mi enfado un poco más y el mar se enfurece conmigo, causando olas de más de siete metros y advirtiéndome de  que no quiere pelear, de que debo aguardar un poco más y aplaque mi enfado.

   Respiro profundamente, para que mi cuerpo se relaje poco a poco. Creo que esta advertencia será suficiente para acallar aquellas voces, para volver a mi descanso y pasar otros mil años durmiendo. Pero le comunico al mar que debe estar más al tanto, porque él no siente esas voces como las siento yo.
  Por un tiempo hay normalidad total, pero poco a poco empiezo a tener pesadillas, escucho nuevamente las voces, esta vez son más fuertes, más intensas. Pienso que estoy soñando pero no es así, son reales, mi angustia recorre todo mi cuerpo y ya no logro controlarme. Mis cien ojos se abren de repente, elevando su furia hasta el cielo. Desparramo por las colinas mi lava candente, despertando así al fuego, destruyendo todo lo que encuentro a mi alcance.
   Las piedras que cubren mi enorme cuerpo las expulso con rabia, chocando unas con otras, hasta provocar un caos. Mi piel se agrieta, abriendo grandes precipicios, que engullen todo lo que encuentran a su paso. El mar me reprende, pero esta vez no le escucho. Se prepara para aplacar mi rabia y arremeto contra él. Me lanza olas, intentando inundarme. Pero no sabe que eso eleva mi estado de ánimo.
   El aire intenta que nos calmemos, pero no consigue apaciguarnos. Se enfada, se pone en guardia para atacar, enviándonos sus tornados y huracanes. Se dispersan, buscando un frente por el que puedan herirme. Pero mi furia va en aumento, provocando terremotos y maremotos. El cielo se oscurece, miles de nubes se aglomeran provocando descargas eléctricas, truenos y lluvias torrenciales.
   Nos provocamos los unos a los otros, acusándonos de injusticias, de ser destructivos, implacables y feroces. En nuestra cabezonería nadie es capaz de pensar que lo único que hacemos es destruir todo lo que está a nuestro alrededor. Intentando salvar aquello que en su día nos unió, por el que conseguimos la paz y construir algo que nos importara más que a nosotros mismos.
   Poco a poco siento que las voces se apagan, ya no siento ni tristeza ni alegría. Mi rabia comienza a descender, comienzo a sentir dolor, un dolor que me provoca leves sacudidas. El mar al ver mi estado, se empieza a relajar. El aire sopla ya levemente, ya solo quedan pequeños torbellinos y leves nubes que se disipan, dejando paso al sol.
  Mi asombro es enorme, ahora lloro desconsoladamente, como hemos podido perder los nervios de esa manera. Hemos provocado un desastre, si en algún momento hubo algún ser vivo, ahora ya no existen. El mar, el aire, el fuego y yo prometimos cuidar de este mundo; pero en menos de un día lo destruimos todo.
  Observo cada rincón y no consigo encontrar nada que merezca la pena, solo un cilindro rojo, que se usó en algún momento para apagar mi calor y que ahora queda como recuerdo de que en algún momento hubo algo más.
  Después de una semana de serenidad, calma y silencio, decidimos hablar de lo sucedido. Tomamos medidas para que esto no vuelva a ocurrir y nos dimos tiempo a pensar si volveríamos a construir todo aquello que nos gustaba. Pero no hizo falta hablar del tema, poco a poco comenzamos a restaurar el daño que hicimos. Dejamos que el mundo siguiera su ciclo, a pesar de que el sufrimiento era parte de él, también existía mucha felicidad y bondad.
   Yo comencé a relajarme cada vez más, sentía ya mi cuerpo tranquilo, relajado y entrando en ese letargo que espero esta vez dure una eternidad. Mis compañeros también se relajaron, pero de vez en cuando se juntaban para divertirse y continuar con el trabajo. Mientras yo dormía, para ellos era más fácil conseguir progresar.
  Mis sueños son hermosos ahora, ya escucho risas, cánticos, siento la felicidad que penetra por mis poros y eso hace que sea fértil y de lo mejor de mí. De vez en cuando siento a mis amigos corretear, saltar, fundirse conmigo y me genera unas cosquillas por todo mi ser.
  Es fácil ser feliz, convivir en armonía, disfrutar de lo que se tiene, cuidarlo, quererlo, mimarlo y respetar el espacio del otro. No quiero volver a enfurecerme, no quiero volver a destruirlo todo, como hace mil años, como ahora.
  Con la ayuda del sol, de la lluvia, y el aire mi cuerpo empieza a regenerarse, voy consiguiendo esa paz que desde la creación del mundo no tenía. Pido un deseo de lo más simple y a la vez el más importante, “No quiero volver a perder los estribos de esa manera y de ninguna otra”. Así voy perdiendo el conocimiento poco a poco, repitiendo mi deseo una y otra vez, hasta que caigo en la inconsciencia total.

Objetivo: 6 (Escribe un relato en el que no aparezcan seres vivos).

Objetos: 8 (Un extintor).
                17 (Un tornado).
Palabras: 1009
Contado en primera persona y en presente.
Verborrea interminable.
Destino funesto

Aquí os dejo los blogs y los twiter de nuestras organizadoras: @MUSAJUE ( plumakatty.blogspot.com.es ) y @Stiby2 ( nosoyadictaaloslibros.blogspot.com.es ), donde encontraréis las bases del #OrigiReto2019.






 

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